Reseña de 'Desde el otro lado. Prosas concisas'

El escritor Antonio Mori reseña Desde el otro lado. Prosas concisas, el nuevo libro de Fernando Aínsa:

DESDE EL OTRO LADO. Prosas Concisas. 
Fernando Aínsa. Prólogo de Fernando Valls. 
Pregunta Ediciones. España. 2014. 

El título Desde el otro lado nos devuelve el recuerdo de Julio Cortázar. Del lado de allá (París), del lado de acá (Argentina). En el caso de Fernando Aínsa sería, más bien, París – Montevideo o, acaso con mayor justeza, España – Francia – Uruguay. Pero Desde el otro lado es un título sugerente que también nos transporta al otro lado del espejo de Alicia, es decir, Lewis Carroll —bien citado por Fernando Valls en el Prólogo—. El otro lado, en fin, es el que irrumpe en nuestro desconcierto, en nuestra sorpresa, para descubrirnos aquél que somos sin conocerlo, el extraño que habita agazapado en nuestro interior, el ser inquietante e inesperado que no podemos reconocer en nuestro propio rostro. Desde el otro lado nos llega el tema romántico del doble, el desdoblamiento de la personalidad, doppelgänger germánico, el otro que soy yo, como escribía Rimbaud. En la primera parte de los textos de Fernando Aínsa el tema de la identidad aparece omnipresente: en ''Paisaje desde el otro lado del estrecho'' el descubrimiento de que una mirada puede no ser todas las miradas pues cada una es una percepción singular e irrepetible que puede revelarse a nuestra conciencia como un pequeño deslumbramiento personal, algo que no vimos aunque estaba allí para los ojos que pudieran verlo. En el excelente ''Cruzándome'', como si fuera un film de David Lynch, con una prosa tersa y magistral, el instante del desdoblamiento del ser.
Prosas concisas nos dice el subtítulo del libro. Pero también precisas. Concisión y precisión. Textos breves, prosa que se interrelaciona con la poesía, microrrelatos —según la actual clasificación para una especie frecuentada en este comienzo de siglo—. Más allá de la clasificación genérica, textos concisos y precisos que trabajan en la búsqueda de un perfeccionamiento expresivo, que modelan y modulan el esplendente dominio del lenguaje, que procuran el rigor de la exactitud. Por ahí nos asalta la imagen de Jorge Luis Borges —citado en epígrafe por el autor— su ''economía verbal'', su brillante trabajo de alfarero del lenguaje, la preciosa precisión del encuentro entre pensamiento y palabra. Para satisfacción y goce estético de un lector que sabe apreciar esa riqueza. 
En ''Un espejo velado por los años'', acaso poema narrativo en verso libre, un poco al modo de Cesare Pavese, el autor introduce otro recurso frecuente en la literatura actual que procede del barroco shakespeareano / cervantino como una variación moderna: en lugar de la ficción dentro de la ficción, Aínsa propone la ficción a partir de otra ficción, esto es, tomando como punto de partida un texto del poeta uruguayo Alvaro Miranda, el autor elabora una ficción narrativa como paráfrasis incluyente del texto original, extrayendo nuevo zumo, generando una dualidad de planos realidad / ilusión que se entremezclan y difuminan en una nebulosa plástica de imágenes y sensaciones, anversos y reversos, espejismos, juego de espejos. El poema original y la narración subsiguiente logran una acabada complementación. 
En ''Troya'' a las primeras escenas que nos remiten a un pasado histórico les suceden las imágenes de un presente hollywoodiense, trazado sobre la participación de un personaje anónimo que se convierte en extra del film de Wolfgang Petersen. Y el Aquiles de Homero sustituido por un digitalizado Brad Pitt. La Historia y la Leyenda sustituidos por la Ilusión de la argéntea pantalla. Lo poético transformado en lo prosaico. El heroísmo de la épica cambiado por la vana apariencia, las imágenes fugaces de una época sin héroes. 
En la segunda parte el tema y el tono cambian. Otros asuntos se desarrollan. En lo personal, destacaría el texto sobre los días finales de Antonio Machado, poeta por excelencia, excelencia de poeta. Las dos secciones siguientes, ''Breves'' y ''Brevísimos'', nos ubican en la heterogeneidad temática, en la pluralidad focal, en la invención ficticia y la expresión del pensamiento o la idea en la forma de sentencias, máximas, aforismos, apotegmas, algunos de una sola línea. El humor y la ironía asoman su perfil así como la crítica, la meditación, la reflexión. De hecho, estas especies conocen un largo itinerario histórico en todas las literaturas. Algunas encierran una profundidad que ameritaría todo un ensayo: ''Yo asumo y soy responsable de lo que digo, pero no de lo que usted escucha''. O ''no escribo mal, escribo distinto, dijo el poeta''. En todo caso, si cambian los temas y el tono, lo que permanece es la sabiduría en la escritura, el trabajo fino y decantado para elegir las palabras, el respeto por el lenguaje, la calidad de la expresión escrita. Se desenvuelve como columna vertebral del libro. Ahora pienso que no debe ser ajena a esta feliz experiencia literaria la cercana relación establecida por el autor con la poesía. Porque si hay un género que contribuye a escribir bien es éste. La exigencia extrema de la palabra poética obliga a un autor consciente a realizar un duro y sostenido trabajo de familiarización y dominio de su instrumento capital: la palabra. 
A ello se suma la intensidad que aporta la madurez. De la conjunción de ambos nace la felicidad de un libro como el presente, un regalo que aguarda a los buenos lectores. 
Antonio Mori.