En el Periódico de Aragón del jueves 24 de noviembre, Miguel Ángel Ordovás comenta La experiencia de la poesía (Pregunta), el nuevo libro de Ángel Guinda que reúne su poética y sus manifiestos. Podéis leer la reseña en línea en este enlace y a continuación:
Los versos de Ángel Guinda suelen impactar en el lector con toda la
fuerza de un misil poético. En un poeta como él, para quien vivir es
escribir y escribir es vivir, la intensidad de su verbo es algo
inevitable. Pero esa fuerza no se limita solamente al acto creativo:
cuando reflexiona acerca de la propia naturaleza de su creación
--escribiendo, por supuesto--, Ángel Guinda hace también brotar chispas
de la yesca de sus palabras.
Para comprobarlo, simplemente hay que
acudir al breve volumen que bajo el título La experiencia de la poesía
ha publicado muy recientemente Pregunta Ediciones. En él se recogen una
poética y seis manifiestos que ha escrito --aunque no siempre
publicado-- a lo largo del tiempo. Es decir, son textos en los que el
poeta habla de su obra, pero también de cómo él cree que ha de ser en
general la poesía e incluso los poetas.
Ya en la poética que abre
el libro --con el revelador título de Arquitextura--, deja claras Ángel
Guinda cuáles son las bases que cimentan su poesía: la fe en la potencia
de la palabra; el enfrentamiento que debe siempre mantener el poeta con
la realidad; o el destructor poder creativo de la poesía. También
aparece en estos textos la figura del poeta como ser arrebatado: «Ser
poeta no es una profesión. Ser poeta es una posesión», dice en uno de
los manifiestos.
O la necesidad de una poesía útil, pero con una
utilidad siempre bien concreta: «Que sirva al ser humano: moralmente,
para vivir; culturalmente, para ensanchar y afianzar su saber; y
estéticamente, para gozar».
Los manifiestos, que aparecen en orden
cronológicamente inverso, abarcan desde 1978 hasta 2016, y su lectura
resulta en cierto modo estremecedora, ya que muestran cómo las
reivindicaciones por una poesía digna y de calidad pueden repetirse en
el tiempo sin que nadie pueda afirmar con seguridad que ya se hayan
satisfecho.
Miguel Ángel Ordovás